¡Cómo me ha gustado la exposición de Petrit Halilaj instalada en el Palacio de Cristal de Madrid!
Me pasó algo muy curioso. Era como si el palacio y la obra quisiesen enseñarme algo, como si fuesen un fiel reflejo de mí misma. Nunca antes había experimentado el sentirme identificada con un edificio y con el arte tan extrañamente bello que alberga dentro. Y es que muchas veces en mi vida me han comparado con el cristal porque soy sensible, porque hay que tratarme con cuidado porque todo me afecta y porque no puedo disimular ni mis alegrías ni mis penas…Vamos, que siempre he visto como algo negativo el parecerme a este material y he llegado a detestar tener sus “múltiples cualidades”.
Y, de repente, me encuentro en el Retiro, frente al Palacio de Cristal y sólo puedo admirar su belleza.
A simple vista parece frágil…sí, pero lleva en pie desde 1887. Es transparente…sí, pero eso me permitió ver su grandioso interior desde fuera y querer adentrarme a conocerlo. Deja pasar la luz, el sonido y hasta algunas aves se colaban…sí, pero eso dio a la visita un encanto único, envolviendo el espacio de vida, con una música y un color difícil de olvidar.
Entré a la exposición como si fuese a realizar un viaje a mi propio interior. Y descubrí que solo debajo de una fachada de cristal puede existir un mundo tan inmensamente vivo, tan naturalmente fusionado con el exterior. Un mundo rodeado de delicadeza y sensibilidad hace florecer las flores más grandes y bellas que jamás vi en otro lugar. Desde este lado del cristal, aluciné con la parte positiva de ser como soy, me sentí especial.
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También en tamaño XXL aparecieron mis miedos representados por unas enormes garras y un hombre-pájaro que, elegantemente vestido, paseaba a sus anchas por mi jardín de flores.
Me atreví a dialogar con él, a decirle que ya no le temo…¡hasta me hice un selfie!
Y entendí que, tanto para lo bueno como para lo malo, el cristal magnifica sentimientos, inundando de felicidad en algunas ocasiones y proyectando grandes sombras en otras.
No sé qué pensará Halilaj, el artista kosovar sobre mi interpretación de su trabajo pero a mí me sirvió para quererme un poquito más así que os animo a todos a visitarla y compartir conmigo vuestras experiencias. La podéis visitar hasta el 28 de febrero de 2021. ¡Ah, y es gratuita!
Siempre os recuerdo la importancia del “slow travel”, el disfrutar de vuestros momentos de ocio a un ritmo lento, de tal manera que se puedan apreciar detalles invisibles a las prisas. Sólo así da tiempo a que surjan reflexiones como la mía y a que calen por dentro.
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Las flores gigantes del Palacio de Cristal
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