Estoy segura de que, aunque nunca hayas hecho un crucero, al menos se te ha pasado por la cabeza la idea de hacerlo y acompañando a esa idea un montón de dudas que te impiden dar el paso. Como digo siempre, hay tantas formas de viajar como personas y, lo que a una le parece maravilloso, a otra le horroriza y por eso, en este post no pretendo convencer a nadie para que haga un crucero sino dar mi humilde opinión después de haber realizado cuatro por distintas partes del mundo, con distintas navieras y disfrutarlos tanto en familia como con amigos.
Yo misma tenía una idea preconcebida de los cruceros. Los asociaba a gente mayor y con alto poder adquisitivo y, paradójicamente, fue el tipo de viaje que elegimos para hacer con amigos apenas pasados los 30…¿Y por qué este cambio de mentalidad?
¡¡¡Pues por ella!!! Porque acabábamos de ser papás y nuestra niña no aguantaba mucho rato quieta en el coche ¡Hasta los pequeños trayectos se hacían eternos! Fue la solución que encontramos a que ella disfrutase las vacaciones sin que nosotros tuviésemos que sacrificar nuestra manera de viajar. Así, podíamos seguir descubriendo lugares nuevos sin que ella se sintiese encerrada.
¡En nuestra primera experiencia en un crucero disfrutó la que más! Nos gustó tanto que se convirtió en nuestra forma preferida de viajar durante sus primeros años de vida.
Así que sí, los cruceros también son una opción genial para viajes con bebés. Eso sí, el ritmo hay que cambiarlo y adecuarlo a sus necesidades. Este punto me da pie al tema de la elección de crucero a realizar:
Si lo que te importa es disfrutar del barco, de sus instalaciones y del sinfín de actividades que te ofrece, no te preocupes mucho por el itinerario y céntrate en encontrar la naviera que se adapte a tus intereses y gustos: el idioma que se habla en el barco, su tamaño, sus fiestas temáticas y que dentro del abanico de posibilidades que da estén algunos de tus hobbies.
Si prefieres visitar sitios, tienes la opción de hacer las excursiones que te proponen en el barco o puedes hacerlas por libre. Normalmente, al menos en los cruceros que yo he hecho, las excursiones no están incluidas en el precio del viaje. Hacerlas con ellos supone aumentar considerablemente el precio total del crucero pero te asegura que verás lo acordado y que siempre llegarás antes de que el barco zarpe.
Hacerlo por libre y no “cagarla” implica conocer las horas de las que dispones en cada destino y tener bien estudiado el plan de ataque. Personalmente, me gusta elegir lo que quiero ver y disfrutarlo sin prisas así que siempre he elegido cruceros que dedicasen bastantes horas a cada destino y cuanto más pequeño dicho destino mejor.
Hay que tener en cuenta la distancia del puerto a la ciudad que vas a visitar (a veces es un trayecto de más de 1 hora), el transporte que vas a usar y tener claro dónde vas a ir sabiendo que no te puedes retrasar pues el barco no espera a nadie.
Encontrar tu crucero ideal es cuestión de ir descartando aquéllos que no se adaptan a ti e ir seleccionando los que cubran mejor tus preferencias y necesidades. De los que queden, comparar los precios teniendo claro si incluyen las mismas cosas o no (tasas, bebidas, propinas, etc.) y por último prepararse con antelación cada parada de la ruta. Todo esto y mucho más puedes organizarlo con Mi tiempo en tu maleta.
¡Así tampoco te marearás antes de subir al barco! Porque no…si te preguntas si es normal marearse te diré que para nada ya que sólo en ciertos momentos notas que estás navegando.
¿Te animas entonces a probarlo?
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Cómo saber si este tipo de viaje es para ti