Hoy es un día especial. Un día de reencuentro después de doce largos meses sin poder juntarnos. Un momento esperado por todos donde lo importando no era dónde sino con quién lo íbamos a pasar. Y justo por eso, porque la ocasión lo merecía, busqué un escenario que estuviese a la altura de nuestra amistad: llena de magia, encanto, color y autenticidad.
¡Y qué mejor destino que los campos de lavanda de Brihuega y alrededores! Estamos en julio y es el momento de máximo esplendor para admirar esta maravilla natural que año tras año se va haciendo más famosa en nuestro país. Desde 2015 se celebra un festival en torno a esta planta aromática incluyendo conciertos en los propios campos, viajes en globo, gastronomía y visitas guiadas. Sin embargo, a pesar de que este año tampoco se puede disfrutar del festival, la naturaleza nos sigue regalando su belleza con la misma fuerza e intensidad de siempre y yo quería que mis amigos, que mi familia sintieran ese agradable aroma de paz sumergiéndose en este increíble océano lavanda de la provincia de Guadalajara.
Como en esta época del año hace mucho calor en la Alcarria, quedamos temprano y propuse empezar nuestro día de campo en Moranchel, un pequeño pueblo salpicado por unos preciosos trampantojos que nos conquistaron por su realismo, su frescura y su sabor a antaño. La creadora de esta maravilla es Asun, una vecina del pueblo que estudió Bellas Artes y decoró puertas, fachadas y hasta contadores de la luz provocando una delicia para la vista y haciendo reflexionar sobre lo que vamos perdiendo sin darnos cuenta con el transcurso del tiempo.
Grandes y pequeños jugamos a formar parte de esos murales y pasamos un rato muy entretenido y divertido.
Os dejo una pequeña muestra de lo que os vais a encontrar para que os entre el gusanillo de descubrirlo por vosotros mismos.
Nuestra siguiente parada fue Cívica, una curiosa construcción calcárea llena de escaleras, cuevas, laberintos excavados en la roca y una especie de barandilla que decora esta edificación tan misteriosa de la que no se tiene muy claro ni el origen ni su función.
Mi intención era poneros una foto nuestra que pedimos que nos hicieran pero... ¡Qué risa! Se centraron tanto en que se nos viese bien que sólo nos enfocaron a nosotros y no se sabe si estamos en Cívica o en cualquier otro lugar del mundo así que mejor os muestro el lugar tal cual y nos imagináis sentados todos en la barandilla :-D.
Después fuimos a comer cabrito, típico asado de esta zona y, por no organizar las cosas con más tiempo (en casa del herrero cuchillo de palo…) no pudimos conseguir restaurante en Brihuega. Lo que en un principio fue un fastidio por tener que trasladarnos hasta Hita, resultó ser todo un acierto tanto por la comida como por el pueblo en sí que está catalogado como uno de los más bonitos de España. En el Asador de Hita nos trataron de maravilla, estuvo todo buenísimo y pudimos ponernos al día de nuestras peripecias recordando también mil batallas juntos.
Volvimos a Brihuega para pasear un poco por sus calles medievales adornadas por paraguas, sombreros, lazos y puestos violetas en honor a la lavanda que tanto turismo les ha traído llegando a considerarse la Provenza española. Ah! No podéis olvidaros de comprar unas rosquillas en la Panificadora Cepero ¡Riquísimas!
Cuando el sol empieza a bajar su intensidad, es momento de acercarse a los campos. Había avisado a mis amigos de que llevasen ropa blanca o mostaza y complementos para poder hacernos una bonita sesión de fotos y jugar a ser modelos por un día. Las chicas me siguen sin problemas pero los chicos deben pensar que cada vez se me va más la cabeza…pero esas hileras moradas casi infinitas nos dejó a todos sin palabras, boquiabiertos y deseosos de plasmar para siempre ese momento. Impresiona el zumbido de las abejas que todavía no habían terminado su jornada laboral, así que es normal que a los niños (y no tan niños) les imponga un poco. Debemos recordar que estas cosechas son el sustento de muchas familias de la zona así que cuento con vuestro respeto y cuidado evitando arrancar o pisar el espliego.
Nos cambiamos de ropa varias veces, jugamos con las pompas de jabón, promocionamos Mi tiempo en tu maleta y Petricor, la novela romántica que ha escrito mi hermana Nuria Pérez y hasta hicimos un picnic al anochecer.
¡Qué afortunada me siento de tenerlos en mi vida! Son geniales cada cual a su manera, buenísimas personas y tengo el honor de tener su amistad ¡Gracias mis bailongos! ¿Verdad que viajar con amig@s enriquece aún más cada momento del viaje? ¿Con quién visitarías tú los campos de lavanda de Brihuega?
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El Festival de la lavanda de Brihuega
Todo lo que puedes hacer para disfrutarlo con amigos